He amanecido sentada en mi ventana.
Comenzaba y terminaba en ti, porque te hice poseedor de mi cuerpo y tejedor que mi felicidad.
No sabías coser.
Me la suda que no haya mal que por bien no venga,
ha venido todo de golpe y me hace sentir viva.
Joder.
Me quiere a diario,
me besa con ansia,
me abraza y aprieta.
Me espera.
He preferido la enfermedad al remedio
y creyendo que no tenía cura;
ella misma me descubrió.
Me vio cuando no tenía nada, porque me robaste,
y me vistió con sus brazos.
He dejado de querer formar parte de tu vida porque he empezado a vivir la mía,
y no podría existir nadie que me haga sentir más plena
que él y sus manos.