domingo

La enfermedad en unos brazos. La cura en otros besos.


He amanecido sentada en mi ventana.

Comenzaba y terminaba en ti, porque te hice poseedor de mi cuerpo y tejedor que mi felicidad.

No sabías coser.

Me la suda que no haya mal que por bien no venga,
ha venido todo de golpe y me hace sentir viva.

Joder.

Me quiere a diario,
me besa con ansia,
me abraza y aprieta.
Me espera.

He preferido la enfermedad al remedio
y creyendo que no tenía cura;
ella misma me descubrió.

Me vio cuando no tenía nada, porque me robaste,
y me vistió con sus brazos.

He dejado de querer formar parte de tu vida porque he empezado a vivir la mía,
y no podría existir nadie que me haga sentir más plena
que él y sus manos.