miércoles

La primera bocanada de aire.

Le cogí miedo a llorarte alto
por si me oías y huías
aún mas lejos.

Dejé de escribirte pero no de pensarte,
porque no llego a odiar a quien me ahoga,
y es que te habría dejado asfixiarme mil veces
y ahorcarme con las enredaderas de tu cordura.

Te habría entregado mi eternidad para poder destruirla
porque la muerte es el anhelo que nos iguala.

Huí de no saberte y de no poder beberte
y mentiría si digo que quiero volver.

Porque ya no existe el camino que trazaste con engaños,
Porque quisieron encontrarme mientras moría,
en unas medias rotas y la melancolía de mis versos.

Aún tengo tus huellas dactilares en cada poro de mi cuerpo
haciendo así que rozarme sea un martirio por recordarte,
pero,
no tengo la necesidad de rozar mi piel ni curar mis heridas.
No necesito pensarte porque no quiero tenerte.

Y no renuncio a mis marcas,
porque haber sido primero te otorgaba mi ser por completo,
aun no siendo digno.

Pero alguien,
Él,
ha ido más allá de mi piel y de tu herencia en ella,
y me ha encontrado.

Me viene grande lo que otorga y estoy dispuesta a darle todo lo que tengo,

Querría olvidar,
pero prefiero empezar a hacer lo que nunca te dejó el miedo:
querer.